sábado, 12 de diciembre de 2009

Estreno de Memoria de una Hija de Oshun en Montevideo

12-12-2009
                                           Coro Afrogama

                                           Chabela Ramírez


                                          Centro Paof, Sarandí, Montevideo
                                          Montaño, Bera Manso, Chabela, Maria, Maria T, y Urioste


                                           María su bisnieta
                                           Walter y Jaqueline, hijo y nieta de María



                                          Cuatro generaciones


Con gran éxito de público se estrenó el pasado 12 de diciembre en Montevideo, Uruguay, el documental, “Memoria de una hija de Oshun”, dirigido por María Torrellas, integrante del Consejo de Dirección de “Resumen Latinoamericano”. En el marco del día de la abolición de la esclavitud se enmarcó este trabajo fílmico que cuenta la vida de una bailarina afrouruguaya, María Farías, que sufrió esclavitud en Uruguay, en pleno siglo XX.

En una tarde muy especial, la del estreno, la emoción se unió a la expectativa generada en la comunidad afro por el lanzamiento de este documental que tanto les incumbe. En el comienzo de la actividad realizada en plena Ciudad Vieja montevideana, actuaron las integrantes del coro Afrogama, cuya directora participa con su testimonio en la película, y al final la comparsa Zumbalelé y María Farías deleitaron al público con un toque en el patio del Centro Paof y la calle Sarandí.
El documental habla de la vida de Maria Farías, que sufrió esclavitud en el Uruguay de los años cuarenta. Era el esclavismo de las domésticas. Las llamadas madrinas, mujeres de la alta burguesía, criaban a niñas y niños con la intención de que trabajaran para ellas.
María sufrió palizas, no pudo estudiar, porque según su esclavista las niñas y niños afro no tenían nada más que aprender a limpiar, lavar, planchar y servir a sus amos y amas. Tampoco podía, María, decidir nada por sí misma.
A los 15 años se escapa de la casa de la madrina, ante una agresión más de las tantas que sufrió y su madre la dedica al trabajo doméstico en casas de la burguesía, donde sigue recibiendo malos tratos y discriminación. Desde que empieza a bailar Candombe, siente que el baile es lo que la saca de la marginación y no ha dejado de bailar ni un solo año en los carnavales y otras fiestas de Uruguay.
“Resumen Latinoamericano TV” produjo esta cinta que cuenta con los  testimonios de mujeres y hombres que rodean a María Farías, que nos acercan al tiempo de la esclavitud, comentado por el historiador Gonzalo Abella, al periodo de la postesclavitud, que todavía continúa, donde esta práctica discriminatoria se convierte en servilismo, en el que las mujeres pasan al empleo doméstico, que es discriminatorio y no respeta los derechos de las humanas afro.
A lo largo de las opiniones se pueden conocer las raíces del Candombe uruguayo, su grito de dolor, pero también de resistencia. Cómo estas mujeres abocadas al encierro encuentran en el candombe su liberación. Es a través del canto, la danza y el tambor que se superan los duelos, se resiste y se convierte en “resiliencia”, que es la construcción de un mundo nuevo, sin racismo, con solidaridad.
El título alude a la deidad Oshun, de la que María es seguidora, porque el Candombe es también religión de origen africano, como dice Chabela, la directora del coro Afrogama:-“nosotras cantamos a los  Orishás, los y las que no saben también cantan, bailan y tocan a los Orishás o a Dios, porque el Candombe es un grito de dolor,  de no puedo más, y de liberación”.
Andrés Urioste, militante afrouruguayo, incide en dividir la cultura afro en el Uruguay en tres patas: -“la primera es el Candombe, que son todos los eventos que tienen que ver con el tambor, la danza y el canto. Son las llamadas en todo el país, los toques… La segunda pata es la religión afro, que tiene su día cúlmine el 2 de febrero y la tercera pata que lo constituyen las organizaciones sociales afro que tienen reivindicaciones étnicas”.
Fue muy importante para la realización de este film, el aporte  artístico del uruguayo Juan Cerizola, pintor, autor teatral, actor, profesor y bailarín de tango.
En el documental se rescata la música de cantantes y artistas de la América afrodescendiente. Causa impacto el poema cantado de María Victoria Santa Cruz, “Me gritaron negra”, que desde la cultura afroperuana analiza los distintos estadios de conciencia de la aceptación de la negritud con orgullo y dignidad. La cantante cubana Omara Portuondo está presente con una nana brasileña, Susana Baca, cantante afroperuana, y guitarras extraordinarias como las de Alfredo Zitarrosa y Baden Powel se escuchan en el filme, entre otras.
Para analizar el racismo, no sólo en Uruguay, sino en el mundo, interviene el militante haitiano, Henry Boisrolin, expresando que la discriminación sigue vigente en todo el planeta. Con imágenes de las fuerzas de ocupación en Haití, se denuncia la presencia multinacional de tropas en este país, que fue el único en Latinoamérica que triunfó en una revolución antiesclavista.
Es muy evidente, en toda la historia, el homenaje a la liberación de África, en carteles de OSPAAL de Cuba, el abrazo de Fidel Castro y Nelson Mandela, los poemas anónimos que se van leyendo  en los distintos momentos de la película, y el final donde se puede escuchar y ver a una juvenil Miriam Makeba, extraordinaria cantante sudafricana recientemente fallecia, en el concierto contra el Apartheid, de 1987, en Zimbaue, Graceland, cantando el himno africano: “N´Kosi  Sikeleli Africa”. 
En el testimonio final, la realizadora María Torrellas, dedica el documental “a María y a todas las Marías que desde la discriminación supieron rebelarse, resistir y construir una sociedad solidaria. Solamente el socialismo logrará que mujeres y hombres afrodescendientes vivan en igualdad y justicia social”.


Publicada en Resumen Latinoamericano, nº 105